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Manu Rodríguez

Cada segundo que pasa un niño abandona Ucrania

El flujo de niños que accede a Polonia por la frontera de Medyka es constante. Son recibidos por voluntarios que tratan de animarles y de sacarles una sonrisa, pese a la situación tan complicada

Una voluntaria espera en el paso fronterizo para reparte chocolatinas a los niños y niñas que huyen de ucrania

La invasión está dejando rusa sobre Ucrania está dejando miles de víctimas mortales. Entre estas víctimas, según el país ucraniano, un total de 176 son niños y niñas. Una devastadora cifra que se une a la de los refugiados. Ya son casi cinco millones de personas los que han huido de su hogar y que han abandonado Ucrania. De estos refugiados, la mitad son niños y niñas.


UNICEF publicó hace unas semanas un estudio que dejaba un dato demoledor: Cada segundo que pasa, un niño cruza la frontera huyendo de la guerra y abandona su país. Muchas son las historias que se han contado desde los medios de comunicación. Lo último es que las madres apuntan con bolígrafo sus datos personales en la espalda de sus hijos por si ellas mueren. Desgarrador, pero cierto.


Cuando desde el Diario se organizó la recogida solidaria para Ucrania, se trajeron de vuelta 56 refugiados, de los cuáles la mitad eran niños. Por ello, es importante la labor de muchos voluntarios en la frontera. Muchos de ellos se encuentran en la de Medyka, la ciudad polaca por la que más refugiados ucranianos acceden.


Desde Diario de Alcobendas pudimos comprobar como el campamento ubicado en la localidad mencionada crea su propia burbuja para sacar sonrisas automáticas a los niños y niñas que huyen de la invasión rusa.


Es curiosa la historia de un joven alemán: viajó desde su país dejando de lado su trabajo y su vida rutinaria de manera momentánea solo para "animar". Tal y como él transmitió, la gente se olvida de que las sonrisas y ese factor emocional son importantes. Así pues, con varios disfraces, conseguía hacer reir a madres e hijas que venían de recorrer kilómetros y kilómetros para ponerse a salvo lejos de la guerra.


Por otro lado, se encontraban otros grupos de voluntarios y asociaciones que viajaban con bolsas de juguetes y de peluches para repartir. Una grata sorpresa para aquellos que estaban viviendo una situación extremedamente peligrosa y destructora. La cara de sorpresa y de felicidad por parte de algunos niños se podía palpar en el campamento de Medyka.


Además de esto, algo que destaca en este campamento improvisado por el que acceden los refugiados, es que hay voluntarios preparados justo en la puerta de la frontera con un obsequio tan simple como un huevo kinder o una chocolatina. Según avanzan desde el paso fronterizo hasta los autobuses con los que posteriormente son trasladados, se van encontrando con varias sorpresas y ayudas que ni los niños ni las niñas esperan.


Esta guerra ha mostrado la peor cara del ser humano, pero también la mejor y la más solidaria; aquellas personas que han pedido sus vacaciones para ir a hacer algo tan bonito y, quizá, tan poco valorado como sacar una sonrisa a la inocencia personificada, los niños y las niñas.




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